En América Latina (como en muchas otras regiones), a los hombres no se les enseña o permite a hablar de lo que sienten.
Desde Equimundo y Chakakuna y en marco de la Global Boyhood Initiative (Iniciativa Global para la Niñez), venimos explorando cómo se viven las emociones en las familias de la región. A lo largo de conversaciones con padres, madres y niños en Perú, Bolivia, Colombia,Paraguay y México encontramos un patrón claro: los papás quieren que sus hijos desarrollen habilidades socioemocionales; pero ellos mismos no saben por dónde empezar.
Lo que vemos no es nuevo. Pero escucharlo de cerca, en las palabras de padres, hijos y familias, deja claro lo que está en juego.
Lo que descubrimos:
- Hombres que crecieron en silencio: padres sin guía emocional
Muchos padres con los que hablamos lo dijeron sin rodeos: no saben cómo expresar lo que sienten, y mucho menos cómo ayudar a sus hijos a hacerlo.
“Ni siquiera sé cómo expresar mis emociones… ¿cómo voy a enseñarle a mi hijo a gestionarlas?” –Eduardo, padre boliviano de un niño de 5 años.
Esto refuerza un ciclo donde las emociones de los niños no son atendidas, quedan en segundo plano o son acompañadas únicamente por las madres, creando una brecha en los cuidados, la relación y cercanía entre los padres hombres y sus hijos, al igual que una ausencia en modelos saludables de gestión emocional para niños.
- Para muchos, ser hombre aún significa no mostrar debilidad.
La valentía sigue viéndose ligada al no mostrar debilidad, soportar en silencio, evitar pedir ayuda, enfrentar solos los problemas. Aunque algunos padres hombres están desafiando esta idea, la noción tradicional de la masculinidad “valiente” y “autosuficiente” sigue plasmada en lo que padres piensan que se espera de su identidad masculina y en la crianza que ejercen.
“Le digo que no muestre debilidad, que no llore delante de los demás.” –Erick, padre colombiano de un niño de 12 años.
Cuando los niños crecen bajo esta idea, aprenden que expresar miedo o tristeza los hace frágiles, por lo que comienzan a reprimir sus emociones en lugar de procesarlas de manera saludable. Con el tiempo, esto puede derivar en frustración, ansiedad o explosiones emocionales cuando la tensión se vuelve insostenible y no conocen maneras de expresarlas o buscar apoyo. En lugar de aprender a manejar sus emociones, terminan atrapados en un modelo que los obliga a ocultarlas.
- El silencio o juzgamiento no protege. Deja a los niños sin palabras cuando más las necesitan.
Si a los niños se les enseña que ser hombre significa aguantar, callarse y no pedir ayuda, ¿cómo van a hablar cuando realmente lo necesiten? Nuestra investigación reveló que el acoso y el abuso son algunos de los temas más difíciles de abordar para los niños, y no es casualidad. Crecer en un entorno donde hay pocas oportunidades para hablar de sus vidas, experiencias y emociones sin ser juzgados, los deja sin las herramientas para identificar los problemas que enfrentan, abordarlos de forma saludable (individualmente y con los demás) o pedir apoyo cuando enfrentan desafíos graves como la violencia, el acoso o el abuso.
“Él no sabe acusar. Le tengo que preguntar como tres veces para que me lo diga.” — Bruno, padre peruano de un niño de 8 años.
El verdadero problema no es que los niños experimenten situaciones difíciles ni sientan miedo, tristeza o inseguridad, sino que crecen creyendo que deben ocultar esas emociones «porque son niños». Y cuando el problema se agrava, cuando necesitan hablar con alguien o buscar ayuda, no tienen las palabras, las oportunidades ni la confianza para hacerlo con sus padres.
Entonces ¿qué soluciones encontramos?
Podemos seguir repitiendo que los hombres “deben cambiar”, pero también podemos crear entornos y herramientas que los ayuden a hacerlo.
Nuestra investigación nos deja aprendizajes clave:
- Los padres necesitan más que consejos: necesitan referentes. No pueden modelar lo que nunca aprendieron. Si no lo vivieron en casa se vuelve más difícil poder vivirlo en la actualidad. Es crucial socializar y normalizar modelos de padres hombres a seguir y que ejemplifican un relacionamiento comprensivo de padre a niño.
- Para hablar sobre emociones con los niños, los padres (y las madres) necesitan recursos accesibles y prácticos. Herramientas que, al mismo tiempo, les permitan reflexionar sobre su propio mundo emocional para luego compartirlo con sus hijos y explorar el de ellos, sin juzgamiento pero con mucha curiosidad.
- Las conversaciones entre padres con hijos deben sentirse naturales y estar libres de estereotipos de género, especialmente sobre la masculinidad. Si una pregunta suena como un examen, interrogación o comparación con expectativas sociales sobre la masculinidad, se pierde la oportunidad de entablar un diálogo real y abierto.
El significado de ‘ser padre’ debe relacionarse con el cariño, la comprensión y la amistad, la cual podemos lograr todas y todos como sociedad mediante nuestras interacciones, la crianza de niños y en las conversaciones del día a día.
El reto es claro: si queremos que más hombres en América Latina vivan sus emociones de otra manera, que tengan relaciones felices, plenas y libres de violencia, debemos asegurarnos de que tengan las herramientas para hacerlo.
En la Global Boyhood Initiative, hemos creado “Comparte conmigo/Comparte conmigo”, una herramienta que ayuda a adultos iniciar conversaciones con sus hijos sobre 5 ejes:
- Expresando lo que siento
- Construyo vínculos sanos
- Ayudo a los demás
- Aprendo de todos
- Comparto mi mundo digital
Cada tarjeta, su contenido y diseño, fue desarrollado en base a la evidencia global sobre el estado de los niños y las presiones que viven y mejoradas mediante tres ciclos interactivos de testeo y refinamiento con familias y niños en la región, asegurando su utilidad y efectividad.
You can access the digital and printable version of the cards aquí: for 4-6 years, 7-9 years and for 10-13 years.
We are continuously trying to improve these resources, and we invite you to leave us your feedback aquí.
Puedes revisar los recursos prácticos adicionales de Global Boyhood Initiative para que padres, cuidadores y docentes (o cualquier adulto) acompañen a los niños en su desarrollo emocional. Ofrecemos guías interactivas y estudios actualizados sobre las expectativas sociales, con estrategias basadas en evidencia para fomentar una crianza más empática y libre de estereotipos.